sábado, 4 de julio de 2020

LA ALEGRIA DORADA DE LA MANZANILLA


Salvador Daza Palacios.

Como sanluqueño adoptivo y como íntimo amigo de José Colom Matheos, músico, concejal y cosechero de vinos, Joaquín Turina adoraba no solo a Sanlúcar de Barrameda y a sus gentes, sino al dorado néctar que producen las viñas en este lugar andaluz. Y así lo dejó escrito en muchas ocasiones. El lema que encabeza la célebre danza fantástica (op. 22) Orgía, dice: “El perfume de las flores se confundía con el olor de la manzanilla, y del fondo de las estrechas copas, llenas del vino incomparable, como un incienso, se elevaba la alegría”. Se trata de una cita del escritor sevillano José Más, que inspiró a Turina para componer tan genial obra. Como tantos “forasteros” que añoran nuestra ciudad, disfrutan de nuestro caldo universal también en su casa de Madrid, convirtiéndose a veces en proveedor suyo el escritor y poeta, bodeguero por excelencia, Manuel Barbadillo.

De derecha a izquierda: Salvador Palacios Merino, Juan Romero Muñoz
y Miguel Granados Romero, en una foto de estudio realizada en los años 20 por los hermanos Moreno.

Esta “Suite sanluqueña” que hoy se estrena en su versión para Banda Sinfónica es una selección realizada por mí de tres piezas escritas para piano por Joaquín Turina en diferentes obras, donde consagró, en dos de ellas, su particular homenaje al vino de Sanlúcar. Ojalá contribuya a difundir entre nuestras excelentes Bandas de Música las composiciones del ilustre compositor sevillano. La primera de las piezas que componen esta suite imaginaria, “Los bebedores de manzanilla”, forma parte de la segunda serie de Cuentos de España, op. 47, para piano. La primera serie, la op. 20, precisamente, fue dedicada a su amigo sanluqueño Pepe Colom.


En cuanto al movimiento central, “Tango”, es una pieza muy seductora, que pertenece a la obra Tres danzas andaluzas, op. 8, para piano. Tiene un neto sabor andalucista, muy en consonancia con los aires flamencos más queridos por el compositor. Las otras dos danzas son, precisamente, “Petenera” y “Zapateado”. No es preciso descubrir la extraordinaria relación entre el mundo del cante jondo y la pasión por la manzanilla. El buen cante con el buen vino se conjugan a la perfección y producen el magistral baile andaluz, acompasado a las más indelebles señas de identidad de nuestro pueblo.

El tercer movimiento coincide con el mismo número de orden en la Fantasía del Reloj, op. 94, una obra para piano, integrada por tres piezas, que fue compuesta entre 1942 y 1943 y estrenada 50 años después, nada menos, en Zurich (Suiza), por la pianista María Luisa Cantos. Se inicia con el “toque” de las tres de la tarde en el reloj familiar, que nuestro autor asociaba con “La hora la manzanilla”, momento en que la alegría inundaba el hogar coincidiendo con el almuerzo. Se trata de un final brillante para una suite que trata de homenajear tanto a Turina como a la ciudad en la que tan feliz fue y a la que dedicó tantos desvelos artísticos. Los que, por desgracia, no han sido suficientemente correspondidos.

LA MANZANILLA
Francisco Villaespesa

Vino de los amores y la alegría,
fragante de claveles, de sol dorado,
que morenas huríes han vendimiado
en las viñas de oro de Andalucía.

Las guitarras te ofrendan su melodía
a la sombra florida del emparrado;
en toneles de besos te han cosechado
y te escancian en vasos de pedrería.

Nuestra carne llamea como claveles,
y el alma paraísos de encanto cruza:
que al gustar las fragancias, que hay en tus mieles,

parece que bebemos, en cada caña,
en los labios de fuego de una andaluza
todo el oro fragante del sol de España.


(De «Panderetas sevillanas». Publicado en La Esfera