Por Salvador Daza Palacios
Siempre me había intrigado, al pasear por el centro histórico, por qué, cuando se bajaba el dificultoso Carril de los Ángeles no existía una calle que continuase el trayecto y acortase en línea recta hasta la calle San Jorge el paso desde el Barrio Alto al Barrio Bajo.
De hecho, mirando las construcciones existentes, da la casualidad de que justo enfrente del fin de dicho Carril existe un amplio garaje que sólo está cubierto por una chapa, y las dimensiones del espacio bien pudieran indicar que quizás en ese preciso lugar se iniciase una calle.
Mirando las panorámicas aéreas del caserío existente y viendo la configuración urbanística de la calle Regina, justo al lado de la iglesia conventual, descubro que hay una vivienda con poco más de cuatro metros de anchura y (supuestamente) una gran profundidad en su medida de largo. Se comprueba con facilidad que ese fragmento de fachada es una construcción ajena a las dimensiones de las dos fincas colaterales, con lo cual me hizo sospechar que quizás pudiera tratarse de la embocadura posterior de la calle se podría iniciar justo enfrente del Carril de los Ángeles.
Por pura casualidad, como ocurre en la investigación en muchas ocasiones, descubrí en los libros capitulares del Ayuntamiento sanluqueño la respuesta a mis dudas. Encontré que, en efecto, existía una callejuela que comunicaba la calle Carmen Viejo con Regina y San Jorge, pero que fue cerrada en 1745 por petición del capellán del convento de las clarisas.
El acuerdo aprobado por el cabildo se tituló así: “Petición para cerrar una callejuela que pasa por el convento de Regina, bajando frente al Carril Nuevo”. Esta petición, hecha por fray Antonio Sandoval, presbítero de san Francisco de la Observancia, capellán de las monjas, tenía como objeto salvar los inconvenientes que producía el tránsito por dicha callejuela (hay que recordar que, obviamente, en aquella época no existía el alumbrado eléctrico) pues se trataba de una calle sin salida y en ella se refugiaba gente de mala vida, «estando expuestas las casas de la vecindad y la clausura a robos, pues además existía un arroyo que bajaba y pasaba por dicha calleja junto a las paredes de la sacristía y refectorio, lo que le ocasionaba a estas dependencias mucha humedad y daño… se estropeaban las vestiduras sagradas, etc. El franciscano ofrecía levantar una pared que cerrara la entrada de la citada callejuela, «sin perjuicio de la casa contigua», si se le otorgaba el permiso[1].
En un artículo de la historiadora sanluqueña Carmen Rodríguez Duarte se confirman los extremos que acabo de exponer,[2] pues nos explica que la capilla mayor de la iglesia conventual se pudo labrar gracias a la compra que hizo la duquesa de Medina Sidonia, patrona del cenobio, de una casa contigua que pertenecía a Fernando de Rosas. La capilla ocuparía precisamente «la parte de la calle que desde el Carril de los Ángeles y Alcoba (sic) salía a la de San Jorge, visible actualmente desde el mirador de las monjas»[3]. Pero, como hemos dejado dicho, la calle no se cerró con este motivo. Siguió abierta hasta 1745 en que se cerró.
Problemas con el cierre:
En un cabildo de 1763 se expuso por parte del diputado de Obras públicas, Juan de Rosas, que tras haber cerrado el convento de Regina la callejuela contigua «a sus espaldas en la calle del Carmen viejo, por donde bajan las aguas del Carril de los Ángeles, saliendo a la calle de Regina, con cuyo motivo faltando a éstas su curso antiguo, y natural, toman otra vía perjudicial al vecindario, anegando diferentes casas, que no es justo padezcan este daño». Lo hizo presente para que se proveyese remedio. El cabildo acordó que los maestros mayores de obras pasaran a su reconocimiento y que se le hiciese saber a la madre abadesa del convento «que disponga facilitar el conducto de las aguas a satisfacción de los expresados maestros, pues de lo contrario se pasará al derribo de la pared y a remover otro cualquier embarazo». (Cabildo 8 de octubre de 1763, libro 71, f. 86v-87)
Otras calles desaparecidas.
Esto mismo le sucedió a otras vías públicas en diferentes épocas. En 1716, por ejemplo, (Cabildo de 20 de febrero, f. 227) se acordó cerrar dos callejuelas en 1716. Las dos en el Barrio Alto. Una, de un callejón que iba desde la rinconada de la cárcel hasta la calle San Agustín. Se trataba, según el cabildo municipal « de un sitio excusado que no sirve más que de echar inmundicias y expuesto a cometerse ofensas de Dios». Igual pasaba en «el sitio de las Comedias que estaba a la espalda del mayorazgo que fundó don Alonso Garibay, desde donde se dominan las casas del Barrio Bajo» que gente «menos arreglada» utilizaban para registrar las vecindades. Así que se ordenó cerrar las entradas al citado callejón, pues además, Juan Juañez, vecino de dicho sitio, por la seguridad de su casa y evitar escándalo a su familia, se había ofrecido a costear los gastos, «sin otra recompensa». Los regidores estimaron que tal cosa era «útil a la causa pública y en servicio de ambas majestades».
Lo mismo les sucedió a otras calles, como la que existía entre el callejón de los Sastres (saliendo de la Plaza de San Roque) y la calle Torno de Madre de Dios (dibujando una “L”) que también existía aún a mediados del siglo XVII. Como comenta la historiadora y especialista Ana Gómez Díaz Franzón, es esta una cuestión "de gran interés para conocer el antiguo trazado urbanístico de Sanlúcar", pues "hubo otras integraciones de calles en las manzanas de casas". Valgan como ejemplo, además de los aportados, el callejón-almizcate actualmente cerrado, que comunicaba la calle San Juan con calle de la Plata, hoy incorporado a las viviendas contiguas.
También el callejón cedido en 1730 por el Ayuntamiento a la familia Arizón, que cruzaba el solar sobre el que se edificaba entonces el conjunto arquitectónico. Y el callejón de la Colarta y la callejuela de la Merced, cedidos también por el cabildo sanluqueño a los Montpensier hacia 1852 cuando levantaron su palacio [4]. El antiguo y desaparecido convento carmelitano calzado, situado en la calle Ancha también tenía una callejón doméstico por el que entraban y salían la ganadería al servicio de los frailes que aún se conserva, aunque incorporado a las viviendas contiguas [5]. Igualmente es de suponer que alrededor del conjunto monumental de Santo Domingo existían varias callejuelas también de uso particular de los dominicos, que al eliminarse los conventos con la desamortización eclesiástica, en vez de pasar a dominio público siguieron privatizados. Un caso contrario, sin embargo, lo constituye el actual callejón del Carmen, contiguo a la Parroquia del mismo nombre, en la calle San Juan, que era de uso privado de los frailes descalzos y pasó a uso público al perder la orden carmelita la posesión del cenobio, hacia 1840 [6].
EXPLICACION GRAFICA DEL ANTIGUO TRAZADO
[1] AMSB, Actas capitulares del año 1745: Cabildo de 9 de enero, f. 181.
[2] Rodríguez Duarte, M.C.: “Patrimonio conservado en las clausuras femeninas sanluqueñas”. En Sanlúcar señorial y atlántica: I y II Jornadas de Patrimonio Histórico Artístico 2011-2012. Sanlúcar, 2014
[3] Ibíd., p. 122
[5] Prieto Corbalán, M. R. & Daza Palacios, S.: Proceso criminal contra fray Alonso Díaz (1714). Universidad de Sevilla, 2000.
[6] Daza Palacios, S. & Prieto Corbalán, M.R.: Proceso criminal contra fray Pablo de San Benito en Sanlúcar de Barrameda (1774). Universidad de Sevilla, 1998.
3 comentarios:
Alguna vez oí decir que la calle Zarate tambien fue modificada para que coincidiera con la salida de carruajes del Palacio de Medina Sidonia en Carmen Viejo, por eso no es recta y tiene ese "desvio" hacia la derecha.
Tambien resulta muy extraño el largo callejon sin salida de Santo Domingo, con forma de L, que tiene entrada por calle Bolsa.
Lo de Zárate no lo sé, es probable desde luego.
Lo del callejón de Santo Domingo parece que era una entrada "de servicio" para las caballerías y animales en el convento dominico, que era muy grande y quedó a la posteridad como calle con sola una entrada.
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