El CPM “Joaquín Villatoro” celebró su tradicional concierto en el Teatro Villamarta
S.D.
Jerez.
Todos los centros educativos celebran sus fiestas de fin de curso con el propósito de exhibir en mayor o menor grado los logros conseguidos por sus alumnos. Estas últimas semanas del mes de junio son intensas para padres y educadores por la implicación que toda la comunidad muestra en el éxito de estas ceremonias de clausura, previas a las vacaciones de verano.
Pero hay fiestas escolares... y conciertos extraordinarios. Quizás sea el Conservatorio el centro educativo que con más propiedad se adapta a lo que suele ser el formato de este tipo de eventos, dada la naturaleza de las enseñanzas que imparte. Mientras los centros de educación general suelen organizar espectáculos de canto, baile y dramaturgia con sus alumnos, realizando un sobre esfuerzo académico encomiable, dado que no son materias prioritarias en sus currículos, el Conservatorio se centra en la propia materia que imparte, exponiendo a sus alumnos a comparecer ante un público que demanda cada día más un nivel de alta capacidad artística.
La sola subida a un escenario tan imponente como el del Teatro Villamarta ya es de por sí una prueba de fuego para muchos de los intérpretes que pretenden dedicarse a la música como concertista o miembro de cualquier agrupación sinfónica. Por eso el concierto celebrado este pasado lunes 24 demostró que el nivel de excelencia alcanzado por nuestro principal centro académico musical es una gozosa realidad que año tras año va aumentando en calidad y en versatilidad.
Con una presentación amena y oportuna, el profesor Parralejo Masa fue realizando los comentarios necesarios para introducir cada una de las piezas que los diferentes grupos interpretaron sobre las veteranas tablas del Villamarta. Desde los grupos de guitarra, clásica y flamenca, que actuaron sin megafonía y pudieron oírse con una nitidez francamente deliciosa, hasta la Banda Sinfónica del Conservatorio, dirigida por el profesor Quintero Catalán, que interpretó de forma magistral la célebre partitura de Emilio Cebrián “Una noche en Granada”. Las intervenciones posteriores de las orquestas de cámara y Sinfónica, demostraron la perfecta afinación y sincronía de cada una de ellas, y los jóvenes solistas Luis del Ojo, al piano, y Cristóbal González, al chelo, tuvieron una gran actuación en sus cometidos protagonistas, con el acompañamiento preciso y equilibrado de los alumnos y alumnas bajo las órdenes del director José Ramón Hernández Bellido, en obras de Mozart y Lalo, respectivamente.
La obertura “Académica” de Brahms, con intervención coral incluida, cerró de manera brillante el concierto, que fue celebrado con vítores y bravos por el público asistente, que pasó más de dos horas de verdadero deleite. No pudo haber mejor cierre de curso ni más adecuado: la letra del himno universario “Gaudeamus igitur” fue cantada por un grupo vocal, quien por sorpresa nos recordó esa llamada a la juventud: «Alegrémonos pues, mientras seamos jóvenes. Tras la divertida juventud, tras la incómoda vejez, nos recibirá la tierra».
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