EL LIBREPENSADOR JOSÉ COLOM VÍCTOR
Salvador Daza da a conocer esta figura sanluqueña, cuyo testamento, de 1913, aún no se cumplido.
En el último número de la revista Trocadero que edita la Universidad de Cádiz, ha visto la luz un artículo del historiador Salvador Daza Palacios, en el que desvela las claves de la vida y del pensamiento de José Colom Víctor, un excepcional sanluqueño, adelantado a su tiempo, que vivió entre la segunda mitad del s. XIX y los inicios del s. XX. Este singular personaje fue médico, abogado, investigador, pero, sobre todo, un republicano anticlerical y librepensador. Realizó sus estudios en Madrid y en Sevilla. Fue gran amigo de Fernando Lozano, el fundador del periódico madrileño Las dominicales del Librepensamiento, una cabecera de opinión durante muchos años adalid del anticlericalismo.
Cuando regresó a su tierra natal, Sanlúcar, Colom Víctor fue depositario de una gran fortuna, pues provenía de una acaudalada familia bodeguera y de negocios. Invirtió entonces una parte de ese capital en intentar implantar el laicismo en la sociedad que le tocó vivir, algo absolutamente utópico en aquellos tiempos. Uno de sus objetivos fue que se construyera un cementerio civil para los no creyentes y para los practicantes de otras religiones que no fuera la católica, o que al menos se habilitara una sección del cementerio que ya existía para estos casos. El Ayuntamiento de la época se resistió todo lo que pudo a esta iniciativa, a pesar de que la ley apoyaba la reivindicación de Colom Víctor.
Nombrado Presidente de Honor de los republicanos sanluqueños, durante toda su vida fue una especie de oveja negra para la burguesía de su ciudad, a la que pertenecía por nacimiento. Hasta su propio entierro fue motivo de escándalo y polémica, pues la ceremonia fue denunciada por el conde Aldama, personaje muy poderoso, pues era líder del integrismo y del carlismo en Sanlúcar y la provincia y diputado nacional, que vio con muy malos ojos que Colom Victor tuviera un entierro completamente civil, por lo que prohibió que se le hicieran al difunto los honores que le correspondían y se merecía.
El artículo del profesor Daza desvela los detalles del testamento de tan peculiar personaje, un testamento que desde entonces, 1913, ha traído de cabeza a las autoridades por la dificultad de poner en ejecución su legado, pues, entre las diversas disposiciones de este, nuestro hombre dejó un enorme capital, bienes y propiedades para la implantación de una Fundación, cuyo principal objetivo debía ser «la demostración de la falsedad de todas las religiones». Un objetivo que los gobernantes de las distintas épocas consideraron «ilegal». Por ello, desde entonces tanto el patrimonio inmobiliario como el rústico de Colom Víctor ha ido pasando a personas particulares y se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo sin que se haya respetado la voluntad del testador. Aún hoy existen algunas de estas propiedades que no han sido adjudicadas. «El Estado debería ejecutar el testamento o bien hacerse cargo de ellas en virtud de no tener un dueño reconocido, para que pasen a formar parte del patrimonio público», defiende el autor de la investigación, Salvador Daza, que recupera una figura brillante y extraordinaria, José Colom Víctor, que hubiera merecido mayor atención por parte de la historiografía y de la política.
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