lunes, 19 de junio de 2023

UN EPISODIO DESCONOCIDO EN LA BIOGRAFIA DE LOLA FLORES

(Publicado por Diario de Jerez en su edición del 2 de abril de 2023)

Salvador Daza Palacios.


En un año lleno de conmemoraciones históricas no podía faltar la celebración del aniversario de una de nuestras más genuinas folklóricas: Se conmemora el centenario del nacimiento oficial de Lola Flores. Y destaco lo de “oficial” porque durante su vida siempre fue un misterio confirmar su verdadera edad y, por tanto su año de nacimiento, dada la resistencia de la artista a reconocerlo.



Aunque, como los grandes héroes de la mitología clásica, sus orígenes siguen siendo misteriosos. Como curiosidad, aportamos un documento conservado en el Archivo Municipal de Jerez en el que se refleja que el 26 de octubre de 1923 (solo diez meses después del nacimiento de Lola) se dio orden para que se diera sepultura en el cementerio general de católicos de Jerez de la Frontera, al feto dado a luz en su domicilio, a las diez del día anterior, por Rosario Ruiz Rodríguez, esposa de Pedro Flores Pinto, calle del Sol nº 5. Un documento firmado por orden del juez municipal por el secretario José Carmona. Esta trágica circunstancia añade un hermano más, hasta ahora ignorado, concebido por los progenitores de la gran estrella.



También el lugar de su nacimiento no ha estado exento de controversia, pues ya en Diario de Cádiz, con motivo de su fallecimiento en 1995 se publicó una noticia sorprendente: “Polémica sobre el lugar donde nació la artista”. En este suelto se aseguraba que Lola no nació en Jerez como afirmaban la mayoría de sus biógrafos, sino en Sanlúcar de Barrameda, de donde era su madre, Rosario Ruiz. Su nacimiento se había producido hacía 72 años (o sea, en 1923) en la céntrica calle de la Bolsa, en el Barrio Bajo. Así lo afirmaba entonces el párroco de Santo Domingo, ya fallecido, Juan Mateo Padilla, que, además, era jerezano. Lo que ocurrió, según el presbítero, es que sus padres se trasladaron inmediatamente a Jerez, donde regentaba un bar, con la niña recién nacida y allí fue bautizada e inscrita en el Registro Civil. Con motivo del fallecimiento de la legendaria artista, el propio párroco Juan Mateo ofició una misa de funeral allá por fines de mayo del citado año 1995 a la que asistieron centenares de fieles y admiradores sanluqueños de la popular cantante.

Creo que no es necesario resaltar que esta teoría no está avalada por los biógrafos de La Faraona, ya que, por ejemplo el muy divulgado trabajo de Juan Ignacio García-Garzón [Lola Flores: el volcán y la brisa] asegura que nuestra artista nació en el número 45 de la calle Sol de Jerez, donde su padre Pedro, “El comino”, trabajaba en la taberna “La Fe”, donde incluso se oyó la “Marcha real” en el momento del alumbramiento.

Efectivamente, la madre de Lola Flores era sanluqueña, y así figura registrada en el padrón municipal de vecinos de 1914. Rosario Ruiz es la cuarta de seis hermanos (Amalia, Aurora, Manuel, José y Carmen) todos hijos de Manuel Ruiz Dorado y María Rodríguez Misa. Viven entonces en la calle Fariñas, 41. Rosario tiene entonces 16 años (nacida pues en 1898). Su padre, Manuel, de 43 años, figura como albañil, al igual que un hijo del mismo nombre.

La propia Lola recordará a esta familia de la siguiente forma: Mi madre era hija de un matrimonio muy trabajador, que se llamaban ella María, la tercera de cinco hermanos, y él, su marido, Manuel. Una familia que tenía que quitarse el hambre a guantazos. Venían de las hermosas tierras de Sanlúcar. Mi abuelo, Manuel, era vendedor de aceite, de esos que iban por las calles con las cántaras de metal encima de la albarda de un burro. Me han dicho alguna vez que este abuelo Manuel era el gitano del que me viene el cuarterón de sangre calé que me puebla.

Es lógico que viviendo el matrimonio Flores Ruiz en Jerez visitara con cierta asiduidad la ciudad sanluqueña, dado que era el lugar de nacimiento de la esposa. Especialmente en verano, cuando la playa se convertía, incluso en los tiempos infaustos de la Guerra civil, en el objeto del deseo de todos. Fue precisamente en la de Sanlúcar donde nuestra jovencísima Lola escandalizó al público veraniego utilizando su cuerpo escultural para ceñir un traje de baño prohibido por la decencia y el puritanismo franquista, lo que le ocasionó un conflicto a su padre.



Fue el 1 de agosto de 1938 cuando los guardias Juan López y Salvador Hermoso vigilaban las orillas del Guadalquivir y contemplaron asombrados a Dolores Flores, de 17 años, que estaba bañándose de forma «indecorosa», dando lugar «a una aglomeración de público en dicha playa». A los guardias no les quedó más remedio que actuar, llamándole la atención al padre de la chica, Pedro Flores Pinto, dada su menor edad. Pero en ese preciso momento se presentó el cabo del tercer batallón de Milicias nacionales de Cádiz, Manuel Maldonado Sierra, y montó una bronca a los guardias, a los que acusó de «sinvergüenzas y de no saber cumplir con su deber», amenazándoles con que iba a arrojarlos al agua, mientras zamarreaba al guardia Manuel López Becerra. Como no cesaba de llegar gente ante el tumulto creado, una pareja de soldados que estaban también haciendo la ronda en la playa procedieron a detener al cabo por orden de los guardias, siendo conducido a la prisión del Castillo de Santiago. Es de suponer que Pedro Flores hubo de pagar alguna multa por infringir las ordenanzas del orden público y la cruzada de moralidad que imponía desde su sede hispalense el cardenal Segura, aunque no consta en la documentación. Lo cierto es que se demostró, en estas fechas tan tempranas, que la presencia de Lola Flores no dejaba indiferente a nadie.



Según el ya citado biógrafo García-Garzón, al año siguiente la bailaora jerezana, entonces conocida como “Imperio de Jerez”, actuó en la Fiesta de la Manzanilla que se celebró en Sanlúcar en septiembre de 1939, acompañada por los guitarristas Javier Molina y Sebastián Núñez. Aunque en la prolija documentación municipal sanluqueña no se ha conservado memoria de esta actuación. Poco después, Lola haría su debut en el Teatro Villamarta, consagrándose ante sus paisanos como una relevante promesa del cante y del baile. Ya por entonces se ganó la fama parafraseando a su admirada Pastora Imperio: «Bautizá con manzanilla, este es mi nombre de Lola. / He nacío pa bailaora / y me llaman en Jerez / la Gitana emperaora.»

Documentación:

AMJ: Autorizaciones de sepultación, año 1923, libro 379.

Testimonio incluido en la biografía de www. lolaflores.info/biografia, recogido a su vez del libro de Tico Medina.

AMSB: Correspondencia de Secretaría, leg. 3520. Oficio dirigido al alcalde por el jefe de la Guardia municipal.

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