HALLADO UN FRAGMENTO DE UNA ANTIGUA
LÁPIDA FUNERARIA
Localizada en el patio de la Parroquia del Carmen, pertenece al promotor de la capilla e imagen de Jesús Nazareno del Consuelo.
En
memoria de mi abuelo, Salvador Palacios Merino y de mi tío Luis
Romero Muñoz,
fundadores
en 1927 de la Hermandad del Consuelo
Por
una de esas curiosidades y casualidades que la vida nos ofrece y nos
pone delante, me topé hace algún tiempo con un misterioso fragmento
de mármol en el pequeño patio que da a la galería o claustro de la
parroquia del Carmen. Esta antigua piedra, de aspecto mucho más
viejo que las demás que la rodeaban, servía como refuerzo del
arriate del pequeño jardín existente en dicho patio. Al aproximarme
a ella, vi una inscripción extraña: Parecían letras en la grafía
propia de alguna lápida funeraria. Con algo de paciencia pude
descifrar el nombre que allí se perpetuaba, que no era otro que el
de “MIGUEL GUTIERREZ DE HERRERA”, con algunas abreviaturas,
aunque la palabra Herrera no aparecía completa del todo.
El
nombre no me era desconocido del todo, así que lo apunté para poder
investigar algo sobre él. No me fue difícil, pues al consultar mis
notas, enseguida apareció el nombre en cuestión. Se trataba del
fundador (junto con su hijo Francisco) de la capilla e imagen de
Jesús Nazareno del Consuelo existente en la misma Iglesia del
Carmen. Este fundación tuvo lugar hacia fines de 1689, como dejé escrito
en mi artículo titulado “Apuntes históricos de la Hermandad del
Consuelo” (que fue publicado en la revista “Sanlúcar de
Barrameda” del año 2000).
En
dicho artículo describí la creación de un patronato y capilla en
el recién inaugurado convento e iglesia del Carmen por el capitán
Miguel Gutiérrez de Herrera, con el firme deseo de que él, su hijo
Francisco Gutiérrez de Herrera, y sus descendientes, si los hubiera,
se pudieran enterrar bajo el suelo de dicha capilla. El prior y la
comunidad carmelitana les hizo cesión de esta bóveda, la primera
inmediata al crucero de la iglesia, en la parte del Evangelio, bajo
los pagos y tasas perpetuas acostumbradas, y les permitió «poner
sus armas y losas para entierro suyo y de sus hijos». Se encargaría
también de «adornarla, solarla y poner retablo con la devoción que
fuera su voluntad».
Entre
1690 y 1700 se labró la capilla, se realizó el retablo y se bendijo
la imagen de Jesús Nazareno (llamada después popularmente "del Consuelo") . Para entonces ya había fallecido el
capitán Miguel Gutiérrez de Herrera, que sería precisamente
enterrado en la cripta construida en esta misma capilla. Como era
costumbre, se colocó su lápida mortuoria con la inscripción
correspondiente, como fundador que había sido del retablo y de la
imagen nazarena. Poco tiempo después le acompañaría su hijo, que
falleció en 1701 y su cadáver fue sepultado en el mismo sepulcro,
colmando así el deseo postrero del difunto y de su padre, de
descansar a los pies de su
imagen y en su
capilla.
Las
vicisitudes históricas por las que pasó este templo carmelitano son
difíciles de reseñar y resumir en pocas líneas. Ahora mismo lo que
nos interesa es intentar explicar cómo fue a parar este fragmento de
mármol funerario al patio o jardín del claustro interior. Para ello
debemos seguir la pista de las obras realizadas en la iglesia del
Carmen, especialmente las referentes a su nueva solería y a la
modificación sustancial de la distribución espacial de su interior.
Por
una fotografía antigua que se conserva de principios de siglo XX, el
presbiterio de la iglesia tenía una fisonomía totalmente diferente,
pues tenía una escalera estrecha y unos barandales altos, muy
parecido al estado actual del presbiterio de la iglesia de San
Francisco. Así que se realizó una obra de consideración en este
templo, entre 1900 y 1956, que supuso también el levantar toda la solería y modificar
enterramientos y lápidas existentes en diversas capillas. También
se conserva otra interesante fotografía de la galería anexa a la
iglesia, antes de esta reforma moderna, en la que se observa el antiguo
solado e incluso el techo con sus vigas de madera.
Ya
desde Septiembre de 1900, cuando era Ayuda de Parroquia, se
realizaron algunas obras en el interior del templo, pues el cura
pidió una subvención al Ayuntamiento para financiarlas, y éste le
concedió 200 pesetas. (Archivo Municipal de Sanlúcar, Actas
capitulares de 1900, T. III, f. 64v. Sesión del 14 de Septiembre)
Dos
décadas después, como nos relata Ana Gómez Díaz-Franzón en su
magnífica obra Arquitectura
del veraneo y su época en Sanlúcar de Barrameda
(1900-1950), en 1923 se
realizaron importantes reformas en este templo, como fue, por
ejemplo, el cerramiento del atrio, cuyo proyecto técnico se debió
nada menos que al arquitecto sevillano Aníbal González (pp.
228-229). Es muy probable que, al proclamarse el Carmen como Parroquia en 1956 se hiciesen también algunas obras importantes para remozar el templo y adaptarlo a la nueva situación.
Los
materiales de calidad sobrantes de todas estas obras de reforma se
aprovecharían, reciclándolos, se venderían o simplemente se tirarían. El destino hizo que
los fragmentos perteneciente a la lápida funeraria de don Miguel
Gutiérrez de Herrera vinieran a parar al patio y sirvieran como
refuerzo de los arriates, logrando que al menos, esos restos
sepulcrales siguieran conservándose a pocos metros del lugar donde
fueron bendecidos y sacramentados.
Este
hallazgo casual, nos ha servido para revisar la figura y la fundación
de uno de los creadores de la devoción y capilla de Jesús del
Consuelo, en estos días tan propicios a su recuerdo.
(C) SALVADOR DAZA PALACIOS
Sanlúcar de Barrameda, 3 de Abril de 2012.
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