martes, 3 de abril de 2012

Pequeña curiosidad histórica


HALLADO UN FRAGMENTO DE UNA ANTIGUA 

LÁPIDA FUNERARIA


Localizada en el patio de la Parroquia del Carmen, pertenece al promotor de la capilla e imagen de Jesús Nazareno del Consuelo.


En memoria de mi abuelo, Salvador Palacios Merino y de mi tío Luis Romero Muñoz,
fundadores en 1927 de la Hermandad del Consuelo

Por una de esas curiosidades y casualidades que la vida nos ofrece y nos pone delante, me topé hace algún tiempo con un misterioso fragmento de mármol en el pequeño patio que da a la galería o claustro de la parroquia del Carmen. Esta antigua piedra, de aspecto mucho más viejo que las demás que la rodeaban, servía como refuerzo del arriate del pequeño jardín existente en dicho patio. Al aproximarme a ella, vi una inscripción extraña: Parecían letras en la grafía propia de alguna lápida funeraria. Con algo de paciencia pude descifrar el nombre que allí se perpetuaba, que no era otro que el de “MIGUEL GUTIERREZ DE HERRERA”, con algunas abreviaturas, aunque la palabra Herrera no aparecía completa del todo.


El nombre no me era desconocido del todo, así que lo apunté para poder investigar algo sobre él. No me fue difícil, pues al consultar mis notas, enseguida apareció el nombre en cuestión. Se trataba del fundador (junto con su hijo Francisco) de la capilla e imagen de Jesús Nazareno del Consuelo existente en la misma Iglesia del Carmen. Este fundación tuvo lugar hacia fines de 1689, como dejé escrito en mi artículo titulado “Apuntes históricos de la Hermandad del Consuelo” (que fue publicado en la revista “Sanlúcar de Barrameda” del año 2000).

En dicho artículo describí la creación de un patronato y capilla en el recién inaugurado convento e iglesia del Carmen por el capitán Miguel Gutiérrez de Herrera, con el firme deseo de que él, su hijo Francisco Gutiérrez de Herrera, y sus descendientes, si los hubiera, se pudieran enterrar bajo el suelo de dicha capilla. El prior y la comunidad carmelitana les hizo cesión de esta bóveda, la primera inmediata al crucero de la iglesia, en la parte del Evangelio, bajo los pagos y tasas perpetuas acostumbradas, y les permitió «poner sus armas y losas para entierro suyo y de sus hijos». Se encargaría también de «adornarla, solarla y poner retablo con la devoción que fuera su voluntad».

Entre 1690 y 1700 se labró la capilla, se realizó el retablo y se bendijo la imagen de Jesús Nazareno (llamada después popularmente "del Consuelo") . Para entonces ya había fallecido el capitán Miguel Gutiérrez de Herrera, que sería precisamente enterrado en la cripta construida en esta misma capilla. Como era costumbre, se colocó su lápida mortuoria con la inscripción correspondiente, como fundador que había sido del retablo y de la imagen nazarena. Poco tiempo después le acompañaría su hijo, que falleció en 1701 y su cadáver fue sepultado en el mismo sepulcro, colmando así el deseo postrero del difunto y de su padre, de descansar a los pies de su imagen y en su capilla.

Las vicisitudes históricas por las que pasó este templo carmelitano son difíciles de reseñar y resumir en pocas líneas. Ahora mismo lo que nos interesa es intentar explicar cómo fue a parar este fragmento de mármol funerario al patio o jardín del claustro interior. Para ello debemos seguir la pista de las obras realizadas en la iglesia del Carmen, especialmente las referentes a su nueva solería y a la modificación sustancial de la distribución espacial de su interior.


Por una fotografía antigua que se conserva de principios de siglo XX, el presbiterio de la iglesia tenía una fisonomía totalmente diferente, pues tenía una escalera estrecha y unos barandales altos, muy parecido al estado actual del presbiterio de la iglesia de San Francisco. Así que se realizó una obra de consideración en este templo, entre 1900 y 1956, que supuso también el levantar toda la solería y modificar enterramientos y lápidas existentes en diversas capillas. También se conserva otra interesante fotografía de la galería anexa a la iglesia, antes de esta reforma moderna, en la que se observa el antiguo solado e incluso el techo con sus vigas de madera.


Ya desde Septiembre de 1900, cuando era Ayuda de Parroquia, se realizaron algunas obras en el interior del templo, pues el cura pidió una subvención al Ayuntamiento para financiarlas, y éste le concedió 200 pesetas. (Archivo Municipal de Sanlúcar, Actas capitulares de 1900, T. III, f. 64v. Sesión del 14 de Septiembre)

Dos décadas después, como nos relata Ana Gómez Díaz-Franzón en su magnífica obra Arquitectura del veraneo y su época en Sanlúcar de Barrameda (1900-1950), en 1923 se realizaron importantes reformas en este templo, como fue, por ejemplo, el cerramiento del atrio, cuyo proyecto técnico se debió nada menos que al arquitecto sevillano Aníbal González (pp. 228-229). Es muy probable que, al proclamarse el Carmen como Parroquia en 1956 se hiciesen también algunas obras importantes para remozar el templo y adaptarlo a la nueva situación.

Los materiales de calidad sobrantes de todas estas obras de reforma se aprovecharían, reciclándolos, se venderían o simplemente se tirarían. El destino hizo que los fragmentos perteneciente a la lápida funeraria de don Miguel Gutiérrez de Herrera vinieran a parar al patio y sirvieran como refuerzo de los arriates, logrando que al menos, esos restos sepulcrales siguieran conservándose a pocos metros del lugar donde fueron bendecidos y sacramentados.

Este hallazgo casual, nos ha servido para revisar la figura y la fundación de uno de los creadores de la devoción y capilla de Jesús del Consuelo, en estos días tan propicios a su recuerdo.

(C) SALVADOR DAZA PALACIOS
Sanlúcar de Barrameda, 3 de Abril de 2012.

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