(Publicado en la revista Sangre de Perro, diciembre de 2016 )
Siempre me llamó
la atención un azulejo que estaba colocado en la Plaza del Cabildo en una casa
antigua, que homenajeaba el nacimiento en ella de un poeta llamado Manuel Barrios Masero. Se colocó allí en 1973 y fue
inaugurado por el alcalde de aquel entonces, Garat Ojeda. Cuando se derribó la
casa hace unos diez años, se eliminó este azulejo, pero, a iniciativa de
algunos ciudadanos, fue recolocado y reinaugurado en 2010 con la participación
de la delegada de Cultura del Ayuntamiento socialista del momento.
Me interesó
acercarme a este personaje, que nació en nuestra ciudad en 1892, aunque pasó la
mayor parte de su vida en Sevilla, donde figuraba, como uno de sus méritos, el
haber sido fundador de la tertulia literaria “Noches del Baratillo”. También
conocía su intervención como letrista en el Himno a la patrona de Sanlúcar, la
virgen de la Caridad y algunas publicaciones e intervenciones suyas en algunos
actos organizados en los años del franquismo, en cuyo tiempo fue incluso
homenajeado por el Ayuntamiento hacia 1950 por haber sido el autor de la citada
letra que exaltaba a la patrona religiosa.
Pero mi sorpresa
fue mayúscula cuando encontré, entre los fondos de la Biblioteca Municipal, un
libro de poesía suyo, titulado “Poemas de
la Nueva España (Motivos líricos de la Santa Cruzada)” publicado en Sevilla
en 1937. Es decir, en plena Guerra Civil española. El título, sin duda, era
bien explícito de cuál podría ser su contenido. Está dedicado al general
golpista Queipo de Llano, que se destacó por su gran fiereza en combatir y
eliminar a todos los que consideró enemigos de España (y
suyos) y que encabezó la cruel represión contra los republicanos en Andalucía y
Extremadura. Pero la sorpresa aumentó aún más cuando comprobé que el prólogo se
lo encomendó al escritor gaditano, ideólogo de la Guerra, José María
Pemán. Sólo hay que destacar de su
introducción, aparte de los elogios lógicos a un correligionario que estaba en
sintonía perfecta con el “Alzamiento”, una frase que hiela la piel: «La guerra
ha tenido para la Poesía española, eficacias de primavera». Esta afirmación tétrica hace referencia a
que, según Pemán, llegaban a su mesa «montones de originales de libros»
inspirados en la contienda, en demanda de un prólogo suyo.
Esta afirmación
la hemos contrastado y parece bastante exagerada, pues el número de libros de
poesía derechista en exaltación del golpe militar no superan la decena entre
los años 1936 a 1939. Claro que no se pueden contar, como no lo hace el propio
Pemán, los de aquellos poetas que se exiliaron para preservar su vida o de las
de aquellos que fueron asesinados por las tropas falangistas, como Federico
García Lorca. Y así, el prologuista no tiene ningún tipo de complejo en afirmar
que «de todo este hervor, una vez que se asiente los posos e impurezas, saldrá
una definitiva y depurada poesía civil y
patriótica, género de que nuestra España
andaba huérfana».
La revista
gaditana “Gente conocida”, que se editó en Cádiz entre 1937 y 1938 y de la que
era director Eduardo de Ory, saludó la publicación de los “Poemas de la Nueva España” sentenciando que la edición se agotaría
pronto, «no sólo por el fin altruista que le impulsa, sino también porque se
trata de un buen libro de versos, libres
de ultraísmos, modernismos y demás
decadentismos». (22 de Enero de 1938)
Centrándonos en
el libro, el poeta sanluqueño recorre, a lo largo de las casi ciento cincuenta
páginas del mismo, todos los símbolos y mitos que enarbolaron los defensores del
fascismo en búsqueda de unos valores “eternos” de la vieja España. El propio Pemán califica la obra en su
conjunto como un glorioso romancero, brillante como poesía de guerra, al estilo
de los viejos clásicos, y equiparándolo, como no podía ser de otra forma, con
las odas de Ridruejo, Foxá o Giménez Caballero, destacados ideólogos líricos de
la derecha política y de los militares rebeldes.
Así, Barrios
Masero se pronuncia en tono enardecido y con una rima cansina, en favor de la
Bandera roja y gualda, de la Cruz católica en honor de los caídos del bando
nacional, sobre la romería del Rocío celebrada en 1937, tomada como emblema de
los franquistas creyentes y en homenaje
a los hermanos que lucharon al lado de Franco y «murieron por la
Patria». Otros motivos de exaltación serían el Alcázar de Toledo, el Santuario
de la Virgen de la Cabeza, los falangistas convalecientes en el Hospital, los
niños requetés, la aviación nacionalista, los militares caídos del bando
franquista, los moros que ayudaron a Franco a tomar tantas ciudades, etc. Todo
un repertorio de hitos y mitos que perdurarían muchos años en el imaginario
popular gracias a obras como ésta, que fue publicada con gran calidad
editorial: buen papel, generosidad de espacio, varias tintas (curioso que usaran
también la tinta roja) y buena encuadernación.
El precio de
venta al público fue de 8 pesetas y los beneficios íntegros de la venta de la primera
edición serían destinados por el autor a financiar un nuevo acorazado de guerra
para la Marina. El propio poeta entregó un año después en persona al propio
general Queipo de Llano el importe recaudado por su patriótico libro, que
alcanzó la cantidad de 4.000 pesetas, según publicó un diario afín al nuevo
régimen. (Abc, 21 de julio de 1938. Le acompañó en la entrevista otro escritor
de la facción fascista, Manuel Siurot)
El libro parece
que tuvo una gran difusión, pues unos siete meses más tarde, la prensa
sevillana recogió un nuevo donativo del
poeta entregado en las manos de Queipo, que en este caso fue de 1.120 pesetas, que
había sido el beneficio obtenido por la venta del libro en la República
Argentina, donde fue distribuida la segunda edición. El militar le propuso que
destinara tal importe económico a la construcción del nuevo templo de San
Gonzalo, erigido en su propio honor, a lo que accedió el donante. (Abc, 8 de
marzo de 1939)
Este romancero
serviría como argumentario para diferentes actos patrióticos celebrados a lo
largo del país. En el diario “El Progreso”, de Lugo, del 21 de Mayo de 1939 se
informa «del recital de poesías originales del insigne poeta sevillano Manuel
Barrios Masero, que daría el jefe provincial de Falange Española
Tradicionalista, el camarada Ramón Ferreiro». El recital estaría dedicado «a
los heroicos soldados de España, especialmente a los heridos que convalecen en
los hospitales».
A la vista de
todo lo expuesto sería interesante reflexionar sobre la procedencia o
improcedencia del recuerdo conmemorativo existente en homenaje a un escritor
que tanto contribuyó con su pluma a la exaltación de la Guerra y del golpe de
Estado franquista de 1936.
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