viernes, 25 de noviembre de 2022

LA DESAPARICIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO MUSICAL SANLUQUEÑO


Salvador Daza Palacios

Los maestros de capilla de los dos centros litúrgicos más importantes de la ciudad de Sanlúcar, el Santuario de la Caridad y la Parroquia de la O, estuvieron vinculados a la casa ducal y algunos se incorporaron después a otras capillas más importantes de otras ciudades más populosas. Estos maestros –la mayor parte eclesiásticos— dejaron en Sanlúcar importantes muestras de su buen hacer musical, como pueden atestiguar las partituras y libros de coro que aparecieron en un cuarto cerrado de la Parroquia de la O con motivo de las obras de restauración que se llevaron a cabo durante el año 1993[1]. De dicho hallazgo de partituras religiosas podría deducirse que en la Iglesia Mayor actuaba un grupo instrumental que se componía de algunos instrumentos de cuerda, flautas, oboes, trompas y fagotes, y un grupo de cantores, todos con el acompañamiento del magnífico órgano barroco, que solemnizaban todas las importantes festividades de la liturgia católica. Esas partituras y otras que se encuentran en el Archivo Diocesano de Jerez, son los únicos testimonios documentales que nos han quedado sobre las obras musicales que se interpretaban en Sanlúcar. Desgraciadamente, la práctica totalidad del patrimonio documental musical que se conservaba en la Iglesia de la Caridad y en la Parroquia Mayor desde principios del siglo XVII desapareció bajo los efectos del descuido y la desidia[2].



Entra estas partituras descubiertas en 1993 en la Parroquia de la O estaban las del compositor Francisco Zapata, como autor de diversas Lamentaciones y otras piezas sacras, que se cantaban durante los cultos parroquiales con cierta frecuencia, a juzgar por su abundante material manuscrito. Desconocemos por desgracia qué ocurrió con dichas partituras, si finalmente fueron llevadas al Archivo Diocesano de Jerez, como en la noticia periodística publicada entonces se anunció. Tampoco podemos establecer una relación entre ese Francisco Zapata y el licenciado “Francisco Zapata” que Barbieri menciona en sus manuscritos como integrante de la capilla de música, “capellán y cantor contrabajo” del rey Felipe IV, desde junio de 1640 hasta que falleció en 1654. Una capilla que gobernaba como capellán mayor Alonso Pérez de Guzmán, hermano del duque de Medina Sidonia[3]



Noticia sobre un libro de obras de Juan de Vargas

El primer maestro de capilla nombrado por el duque para el Santuario de la Caridad fue Juan de Vargas. Desde 1611 ya ejercía su labor artística. Y por una certificación del administrador Lucas Fajardo[4] nos consta la existencia de obras compuestas por este maestro, que aún se cantaban en el Santuario setenta años después de su paso por Sanlúcar (1611-1615), hecho inusual, sin duda, y que otorgaría un valor estimable a estas composiciones que, desgraciadamente, se han perdido por la incuria de quienes tenían la obligación de conservarlas. Según el documento conservado, en 1682 se pagan a Pedro Coronado, maestro librero, 96 reales por «haber aderezado un libro de música de los que sirven en el Coro de dicho Santuario», según la conformidad dada por el administrador del mismo. 

            En el dorso, Juan Bautista Pulecio, administrador, aclara que se trata de un libro «de los de música GRANDE, que está en el coro de esta santa casa, para los oficios divinos, compuesto por el maestro Joan de Vargas, [que] se dio a aderezar por estar muy maltratado, y lo aderezó y renovó el maestro Pedro Coronado, que lo es de libros en esta ciudad, y se ajustó y apreció su trabajo y los menesteres para aderezar dicho libro en 96 reales...».


            Sería importante sin duda la colección de libros de canto existentes en el Santuario. Cruz Isidoro hace una somera relación, explicando que se hacían por encargo a copistas expertos, como el dominico residente en Sanlúcar fray Antonio de Venecia, quien los hacía a cambio de una remuneración regular que percibía del propio administrador de la Caridad[5]. Otro de los artífices sería Antonio Carnero Sandoval, que vino desde Granada para realizar un trabajo de copia en 1613. También se nombra a fray Antonio Marsellés, dominico, y a Lorenzo Rubio, presbítero, que  hizo dos libros de canto de órgano por 200 reales entre Julio de 1614 y Febrero de 1615.

Libro cantoral para el coro, en notación gregoriana

            También se adquirieron para el uso del coro y la capilla otros libros comprados directamente a mercaderes o libreros de Sevilla. Entre 1612 y 1615 los músicos y cantores de la Caridad se dotaron, entre otros, de un libro de himnos de punto de órgano, tres libros pasioneros, un tratado de  Artes del canto[6], un libro de canto llano y dos libros de canto de órgano de las Misas del célebre Giovanni Pier Luigi Palestrina (1525-1594), el compositor más importante de la edad de oro del contrapunto vocal[7].

            Desaparición de obras musicales del archivo del Santuario

            En el transcurso de todo el siglo XVII y la primera mitad del XVIII la actividad musical fue incesante, pues la capilla mantenía su actividad en todas las solemnidades programadas por la liturgia. Diversos compositores se sucedieron durante todo este lapso de tiempo, como fueron Diego de Grados, Gonzalo de Torres, Manuel de Fonseca, Gerónimo González de Mendoza, Juan Díaz, Juan Antonio Rico, Eliseo Sierra, Francisco Sáenz, Manuel de Carvajal, Francisco de Talavera, Francisco Vázquez Quincoya, Manuel Francisco Vázquez y Agustín Romero.  Es de suponer que todos y cada uno de ellos dejaron testimonio de su labor artística mediante la composición de diferentes obras litúrgicas. Pero desaparecieron del archivo del Santuario, inexplicablemente.


            En 1763 hubo un conflicto "político" con el administrador Losada y Gadea, a cuenta del hundimiento de una parte del Santuario. Lo destituyeron y nombraron a otro administrador, tras abrirle un expediente. A fin de junio Losada fue “despedido” y le sucedió Bartolomé de Henestrosa. Se hizo entonces un inventario de todo lo existente en la Caridad, alhajas y demás enseres[8]. Lo más importante de dicho inventario que nos interesa es lo siguiente:
            «Por la notificación en forma, hecha al maestro de capilla, Quincoya, para que restituyese al Archivo del Santuario todas las obras musicales del culto de Ntra. Sra. que estaban en su poder, como lo hizo».
            Esta memoria aparece firmada por Velázquez Gaztelu el 14 de Julio de 1763. En la redacción del inventario, sin embargo, aparece registrada “una colección musical para todas las fiestas y oficios del año, de los varios maestros de capilla que ha tenido el Santuario”. Lo cual nos indica que, como era lo común en todas las capillas musicales, el maestro tenía la obligación de componer determinadas piezas litúrgicas a lo largo del año, y así lo hicieron los de Sanlúcar. También se recogía en el citado inventario “todos los libros de canto llano correspondientes, manifiestos de todo el año”, registrándose su existencia sucesivamente en los diferentes inventarios hasta 1903[9]. Debemos lamentar una vez más que este importante patrimonio haya desaparecido a causa de la negligencia de quienes tenían la obligación de custodiarlo.
            Por Juan de Losada Gadea, el administrador, se manifestaron todas las alhajas de oro, plata, reliquias, ornamentos y otros muebles pertenecientes al Santuario. Todo ello, por orden de Juan Pedro Velázquez se inventariaron al por menor, enumerando todos los objetos existentes en el interior del templo. Comienzan por la plata, y destacamos  entre los enseres «un atril grande, sobredorado, que fue de la capilla del señor Emperador Carlos V». Una «corona de oro para la virgen, con ochenta y cuatro esmeraldas y un valor de quinientos pesos», que donó en 1756 el ya citado Velázquez Gaztelu. Entre las reliquias figura «el santo Sudario, dádiva del señor conde de Olivares a su primo el duque don Alonso VII, colocado en su urna de cristales y plata sobredorada».


En el apartado de Libros de la Iglesia se encuentra la información que más nos interesa:
            -Todos los libros de canto llano correspondientes a las fiestas de todo el año.
            -Una colección musical para todas las fiestas y oficios del año, de la compecición (sic)    de los varios Maestros de Capilla que ha tenido el Santuario.

Por los objetos existentes en el coro alto de la iglesia podemos comprobar también la abundancia de objetos musicales, pues allí se encontraban depositados:
            -Un realejo (prestado al Colegio de la Compañía de  Jesús). [Desaparecido]
            -Un órgano pintado, con varios registros. [Desaparecido]   
            -Un clavicímbalo para los oficios de Semana Santa. [Desaparecido]
            -Una lira descompuesta que ha muchos años no sirve.
            -Dieciséis libros del Coro grandes y chicos, los seis de ellos musicales y los demás, de Canto llano, y más siete procesionales. [Desaparecidos]

Todo ello estaba existente y se recogía en el inventario de orden de don Juan Pedro, quien en nombre del duque de Medina Sidonia se los entregó al nuevo administrador del Santuario, Henestrosa y Ledesma, quien firmó su recibo. Y firmó su entrega el nominado Losada y Gadea, en presencia del escribano, Joseph Matheos.


Pero la cosa no quedó aquí, sino que se realizó una diligencia a continuación a la vista de la inexistencia de las partituras modernas en el Santuario. Resulta inaudito que hace más de 250 años se velase más por este patrimonio que hoy día. Y podemos además comprobar cómo Velázquez Gaztelu fue un continuo vigilante del patrimonio sanluqueño, persiguiendo cualquier atisbo de desaparición del mismo. Así, «reconocido que en el inventario de los libros del Coro no se encuentran papeles de la Música moderna, compuesta por don Manuel Vázquez, presbítero, maestro de capilla de dicho Santuario», se acordó pasar a su casa y hacerle presente este asunto «para que los manifieste y se ponga por Inventario». Y en su consecuencia, «asistido por el antedicho Bartolomé de Henestrosa y del escribano, pasó a las referidas casas y precedido por la política correspondiente, el expresado don Juan Pedro Velázquez hizo presente al maestro Vázquez Quincoya la diligencia de Inventario antecedente, y entendido de todo ello dijo que estaba pronto a entregar los papeles que existieran en su poder, pertenecientes a la Música, con la brevedad posible». Y firmaron la diligencia los tres: Velázquez Gaztelu, Henestrosa y Matheos. Sin embargo Quincoya no firma la notificación, extrañamente.

Desde 1791 no encontramos más noticias referentes a maestros de capilla hasta 1862, año en que aparece como maestro de capilla Antonio Maqueda, nombrado en el mes de agosto de dicho año[10]. Precisamente se conservan de este maestro en el Archivo del Santuario las únicas obras pertenecientes a sus maestros de capilla que han quedado del riquísimo patrimonio existente desde su creación. Las obras conservadas son, al parecer, una colección de “Misas a cuatro y a ocho”. Maqueda aparece en 1866 como director de orquesta en Cádiz. Nacido en Granada, llegó a ser maestro de capilla de la Catedral de Cádiz, en cuya ciudad se tocaron en uno de los conciertos que se efectuaron en Abril de 1879, los números 2 y 6 de un Stabat Mater suyo, «que produjeron gran entusiasmo y que el público hizo repetir»[11].

Las noticias económicas referentes al Santuario cada vez son menores en la documentación del Archivo ducal. En la última década del siglo XIX encontramos sólo una cuenta de los gastos hechos en el Santuario en 1893, dada por el capellán Rafael Román Delgado[12]:
            —Aparece un gasto fijo mensual para “Piano”, de 31 pesetas[13]. (175)
            En Diciembre, se recoge el pago anual del organista y el cantor que actúan en la sabatina:
            —Cuenta del organista y cantor de la misa y salve en los sábados.....108 pts.


El patrimonio de la Iglesia Mayor Parroquial

En cuanto a la Parroquia Mayor, también poseía un buen número de libros de coro así como partituras originales de su capilla de música, como ya hemos explicado. Por desgracia, el descuido y la ignorancia han hecho que desaparezca este riquísimo patrimonio musical. A mediados del siglo XIX se registran diversos enseres sueltos en el principal templo sanluqueño: «Inmediato a la pila del bautismo había un claviórgano» que perteneció a la iglesia del extinguido convento de la Victoria. Y en el coro bajo, un facistol de caoba para los libros de coro, «que eran doce».[14]  Pero el claviórgano que en teoría se debía encontrar en la capilla bautismal no desapareció del todo. Se trasladó, por disposición de la superioridad, a la iglesia de los Desamparados en la Plaza de San Roque. Así lo había decretado el arzobispado el 23 de septiembre de 1850[15]. Aunque a día de hoy se ignora su paradero.



Tanto la capilla de música de la Iglesia Mayor como la de la Caridad se extinguieron y tan solo quedaron el organista y el sochantre, cargos que incluso llega a encarnarlos una sola persona. La desidia y el olvido acabaron con un pasado musical de gran importancia cultural y social, del que ha quedado tan solo constancia documental, pues ni siquiera partituras ni libros de coro han quedado, producto del abandono con que estos papeles fueron tratados, «arrojados a la humedad y la polilla, sin moverlos ni sacudirlos, para que lo que había respetado el tiempo lo consumiese el descuido» y la indiferencia[16].

Valga como testimonio de todo ello, la existencia (comprobada mediante las fotos adjuntas) de un armario de archivo de música propio de la capilla parroquial, que en 1999 apareció en algún cuarto olvidado y cerrado del templo pero que, para desgracia de todos, se encontraba vacío de papeles desde hacía mucho tiempo.


NOTAS


[1] Diario de Cádiz: 9 de Octubre de 1993: “Encontradas diversas partituras antiguas en la Parroquia de la O de Sanlúcar”
[2] DAZA PALACIOS, Salvador: Música y sociedad en Sanlúcar de Barrameda. Granada, 200
[3] BARBIERI, Documentos sobre música española y Epistolario. Legado Barbieri. Madrid, 1988, T. II, pp. 91, 95 y 101. VELÁZQUEZ GAZTELU, Catálogo…, p. 239.
[4] ADMS, leg. 3377. Hecha en Sanlúcar, a 14 de febrero de 1682
[5] Se le abonan 970 reales desde Octubre de 1613 a Marzo de 1615 por dos libros de canto llano. Otros 670 por dos libros santorales entre Octubre de 1615 y Abril de 1616. (CRUZ ISIDORO, F.: El Santuario..., p. 87)
[6] Quizás pudiera tratarse del libro del maestro de coro Juan Martínez de Sevilla titulado “Arte de canto llano”, que tuvo varias ediciones desde 1533. (MARTIN MORENO, A.: Historia de la música andaluza..., p. 182)
[7] CRUZ ISIDORO, F.: Op. Cit.., p. 87. Los dos libros de Palestrina costaron 100 reales y el libro de canto llano, 428 reales.
[8] ARCHIVO DE LA HERMANDAD DE LA CARIDAD, Leg. 3, carpeta 2: “Autos de toma de posesión de la Administración del Santuario de Nuestra Señora de la Caridad y Hospital de N.Sr. San Pedro su anexo, por don Bartolomé de Henestrosa y Ledesma, con el Inventario de Alhajas, ornamentos, muebles y Menajes en él contenido. En Esta ciudad de Sanlúcar de Barrameda, en 12 de Julio de 1763 años. Escribano, Matheos”.
[9] CRUZ ISIDORO, F.: El Santuario..., p. 88-89.
[10] CRUZ ISIDORO, F.: El Santuario...p. 88. Resulta harto extraño este nombramiento, pues precisamente en el mismo mes y año Antonio Maqueda y Castillo (Granada, 1810 - Cádiz, 1905) aparece como “maestro de capilla interino” de la catedral de Cádiz y así lo siguió siendo hasta su muerte. Maqueda era seglar y compuso música religiosa durante cuarenta y tres años, en el estilo propio de la época: gran melodismo y armonía sencilla aunque expresiva (PAJARES BARÓN, M.: Entrada “Cádiz” en el Dicc. de la Música Esp. e Hisp., T. 2, p. 863-864)
[11] SALDONI, Efemérides..., T. IV, p. 182
[12] ADMS, leg. 5361. Cuentas del Santuario de la Caridad y de la Merced. Gastos de culto y otros, 1883-1893. El predicador de la Novena cobra 175 pesetas.
[13] Según Cruz (Op. Cit. p. 89) en 1879 ya se había comprado este piano vertical, que aún en 1921 estaba en uso.
[14] CLIMENT, N.: Historia… t. 5, p. 527-528. Inventario de los bienes de la Iglesia mayor parroquial
[15] CLIMENT, N, Ibid., p. 533.
[16] Así lo expresa Velázquez Gaztelu, refiriéndose a otros archivos de la ciudad (Historia..., T. I, p. 83)

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